Fumar es un placer...¿la adicción también?


Marcela Campos



Sería interesante saber si aquellos legisladores que votaron en contra de esta nueva ley son fumadores o no. Son adictos o no. Y sería interesante para poder comprender cómo es que siendo tan apabullantes los datos registrados por la ciencia, las condiciones que originan estas devastadoras enfermedades tanto a los que fuman como a los cautivos de los que fuman, con tan amplia y corroborada evidencia, aún insistan en echarla abajo.


Yo entiendo bien que un adicto, un verdadero adicto, ése pobre a quien su cuerpo ha sido preso de los tóxicos, ése a quien la química de su organismo le ha jugado una muy mala pasada "haciéndole creer que necesita aquello que le hace daño", ése que jura ahora sí no fumar más y siempre falla, ése a quien su voluntad se ve doblegada ante la "necesidad" física de consumir aquello que le hace daño, ése pobre, no entienda el mal que se hace y que hace a los demás e, incapacitado por su misma condición, termine por considerar que esta ley antitabaco es una majadería, una tontera sin fundamentos.


Y lo entiendo porque eso hace cualquier adicción. La "necesidad" urgente del consumo de aquello que no necesita nuestro organismo -incluso de aquello que le daña- es una de las características primordiales de cualquier adicción. Esa necesidad obnubila la razón, la lógica, el sentido común. Por eso es tan difícil el tratamiento de las adicciones. Todo adicto hace uso de su lógica, de toda su capacidad de razonamiento para darse la razón, para engañarse de la mejor manera posible, para convencerse que nada pasa, que todo está bien y que los demás exageran, incluyendo la ciencia, por supuesto. Así las cosas, qué puedo esperar de un legislador adicto al tabaco.


El estado de interdicción se evidencia. Comprenderé que un legislador vaya en contra de esta ley, si me entero que es un verdadero fumador, un adicto al tabaco confeso. Entenderé por qué no le entra en la cabeza el uno más uno son dos. Porque justamente eso es lo que sucede en las adicciones. No hay lógica posible que pueda incluirse en su estructura mental si se corre el riesgo de atentar contra su propia conducta adictiva. Pues sí, me explicaré su comportamiento y abriremos otra discusión: la interdicción.


Hasta donde sé, aquel que aún siendo mayor de edad, por sus características de salud mental o emocional no puede tomar decisiones por sí mismo, se encuentra, jurídicamente hablando, en estado de interdicción, que significaría que requiere de un tutor que lo haga por él. Las adicciones vuelven incompetentes a los individuos que las padecen en diversas áreas de su vida, hasta que les consumen, literalmente, todas las demás. Comienzan por no darse cuenta de ellos mismos, de sus propias conductas que los llevan a conseguir eso que necesitan a toda costa. Se vuelven incompetentes, para empezar, para tomar decisiones en torno a su propia salud: primero esta "la necesidad" del consumo.


Si los legisladores que votan en contra de esta ley no son adictos al tabaco, entonces estamos mucho peor. ¿A qué intereses, entonces, están respondiendo?


Estoy de acuerdo, como la canción: fumar es un placer. Pero legislar responsablemente es una obligación incuestionable que los ciudadanos debemos observar clara y constantemente.


Y las adicciones, de cualquier tipo, uno de los problemas más graves que enfrentamos hoy por hoy, en el mundo.