Cosas Pequeñas


POBRES

Por Juan Antonio Nemi Dib



La ley de desarrollo social exige que cada dos años se haga -y publique- un estudio que mida la pobreza en México, con criterios de base científica y la mejor metodología posible. Además, existe un organismo público autónomo (que se parece un poco en su régimen jurídico a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos) dedicado a estudiar las políticas sociales y el impacto de éstas en la disminución de la pobreza. No es una chamba menor la que tienen a su cargo los seis académicos que integran la institución, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL): nomás medir qué tantos pobres existen, intentar un análisis de por qué son pobres y, esencialmente, evaluar el efecto de las políticas públicas -o sea, el gasto del dinero que nos pertenece a todos- y determinar en que manera y proporción dichas políticas contribuyen -o no- a disminuir la pobreza.

En julio de 2009 se presentaron los resultados correspondientes a 2008 y a mediados de 2011 deberán hacerse públicas las conclusiones de la medición que se está haciendo justo ahora. La CONEVAL usa varios instrumentos para calcular la insuficiencia de recursos y oportunidades en las familias mexicanas, principalmente encuestas que aparentemente se hacen con rigor metodológico y muestras muy amplias y su trabajo suele compararse con el de otras instituciones confiables como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) a fin de disponer de referencias creibles. Por cierto que en 2008 las conclusiones de la ONU y CONEVAL resultaron muy similares.

En ese año, 50.6 millones de mexicanos -prácticamente la mitad de la gente del país- eran pobres de patrimonio. Ello significa que sus ingresos no les permitían satisfacer sus necesidades de salud, educación, alimentación, vivienda, vestido y transporte público aunque aplicaran todos sus recursos a ese propósito.

Entre ellos, 19.5 millones de mexicanos no tenían dinero suficiente para comprar una canasta básica de alimentos, aunque destinaran todo el ingreso familiar a la compra de comida y a nada más. 12.2 millones de estos mexicanos estaban en las zonas rurales, pero ¡7.2 millones de personas sin comida suficiente vivían en las ciudades!

El estudio demostró que entre 2006 y 2008 aumentó el número de pobres y sobre todo, aumentó el número de mexicanos sin comida suficiente. El primer grupo creció en 5.9 millones de personas y el segundo, el de los subalimentados, subió en 5.1 millones. Aún no se notaban los efectos de la crisis financiera internacional y es probable que para 2011, cuando se presenten las cifras de 2010, el fenómeno de la pobreza se haya radicalizado aún más; sin embargo, la CONEVAL -que preside el Secretario de Desarrollo Social del Gobierno Federal- asegura que entre el año 2000 y el 2008 la pobreza alimentaria y la pobreza de patrimonio disminuyeron alrededor de 6%.

Las mediciones que presentó CONEVAL identifican mayor oferta educativa, más cobertura sanitaria y mejoras en el tema de vivienda, principalmente la reducción -en 3.4%- de casas con piso de tierra (y por ende más casas con piso firme). En 16 años (de 1992 a 2008) la inasistencia escolar habría disminuido, según el estudio, de 5.1 a 2.1%. También informaron que hubo éxitos en la reducción del analfabetismo, la dotación de energía eléctrica e iluminación, así como agua para el consumo humano.

Uno de los factores de pobreza revisados señala que desde 1992 no crece la proporción de derechohabientes de las instituciones formales de seguridad social (quizá ello explique que ahora, unos 49 millones de mexicanos deban ser -medianamente- atendidos a través del Seguro Popular). Pero en cambio, se identificó una reducción significativa en el número de personas que no trabajaban y no recibían pensión, lo que quiere decir que aumentó el número de ancianos pensionados.

CONEVAL concluyó la presentación de su estudio para 2008 en estos términos: “aún cuando los avances y los logros de los programas sociales han permitido ampliar los servicios de salud, de educación, de alimentación y de vivienda, particularmente entre quienes más lo necesitan, la pobreza por ingresos sigue siendo elevada en México y aumentó debido al entorno económico adverso a nivel internacional y nacional. El incremento en la incidencia y el número de personas pobres deberá ser un elemento de particular atención en la evaluación de las políticas públicas de desarrollo social de los tres órdenes de gobierno.”

Imposible negar los avances en la disminución de la pobreza que, sin embargo, siguen siendo muy pequeñitos, respecto de la dura realidad: muchísima gente que no tiene acceso a satisfactores básicos y más que vivir, padece una existencia precaria, una condena al sufrimiento. De poco sirve la infraestructura (carreteras, puentes, parques, canchas, escuelas) cuando la gente no tiene para comer o acceso a un dentista que le quite el dolor de muelas. Es absurdo pensar en excelencia académica y desarrollo científico, en el ordenamiento urbano y la conservación ambiental, es incoherente pretender paz pública, justicia y Estado de derecho, con -por lo menos- 51 millones de personas que son víctimas de la inequidad y la concentración de la riqueza. A fin de cuentas los pobres son gente, individuos que sienten y... a veces, aún sueñan con una vida un poco mejor, que son más que estadísticas. Ojalá, ojalá que para 2011 tengamos mejores noticias.

antonionemi@gmail.com