Cosas Pequeñas


BISTECES DE A 60

Por Juan Antonio Nemi Dib



Como en la canción, rompe todos los esquemas. Está lejos de ser el prototipo del ciudadano ejemplar que vive conforme a principios puritanos y complace a la audiencia con una biografía inocua. Por encima de sus éxitos administrativos y su “pedigree” político, lo más sorprendente es que gana elecciones a pesar de que pareciera que trabaja para perderlas o, por lo menos, que no está dispuesto a sacrificar su vida personal a cambio de quedar bien y obtener votos.

Antonio Villaraigosa, alcalde de Los Ángeles, gobierna una de las ciudades más grandes -1,200 kilómetros cuadrados de superficie- y más ricas del mundo, con 4 millones de habitantes en su parte central y diez millones en su zona metropolitana. Este año ejerce un presupuesto cercano a los siete mil millones de dólares, casi 95 mil millones de pesos.

Nieto de pobrísimos inmigrantes mexicanos, es el primero de 4 hijos en el seno de una familia cuya jefa fue madre soltera. “El primero de diciembre es su cumpleaños -dice con una mezcla de orgullo y nostalgia- aunque ahora está muerta”. El alcalde se disculpa por la calidad de su español, que aprendió “en la calle”, aunque evidentemente se trata de una cortesía porque lo habla más que satisfactoriamente.

Con una formación inconstante e irregular, Villaraigosa finalmente acreditó un programa de historia en la UCLA (Universidad de California en Los Ángeles), una de las mejores de EUA. A los 25 años de edad ya era dirigente de un sindicato con presencia en seis es estados de la Unión Americana. También estudió derecho en alguna escuela que algunos consideran “patito”. Muy tarde para los estándares de aquel país -a los 40 años- ingresó a la política y ganó una elección que lo convirtió en miembro del Congreso de California, representando al Partido Demócrata. Poco tiempo después, ya era portavoz -líder- de su fracción parlamentaria y presidente de la Asamblea de Representantes.

En 2003 ganó la elección que lo convirtió en concejal de la ciudad, específicamente el Distrito 14, función colegiada de representación territorial con cierta equivalencia a la de un regidor con funciones normativas y de control, pero no ejecutivas. La primera vez que se postuló, perdió por muy escaso margen la elección para alcalde pero en la segunda oportunidad, en mayo de 2005, ganó por amplio margen a James Jahn. Ahora ejerce su segundo mandato al frente del ayuntamiento y es, fuera de toda duda, una de las personalidades más influyentes del Partido Demócrata y probablemente el más visible en el seno de la comunidad latina de los Estados Unidos.

Admirado y seguido por muchos, acumula también una buena cauda de detractores, incluso dentro de su mismo partido. Alguien dijo que los excesos que ha cometido harán difícil que alguien de origen hispano vuelva a ganar una elección en el corto plazo; estos críticos se refieren a los asuntos de faldas -novias, ex esposas- que Villaraigosa no intenta ocultar, lo llaman “el alcalde reconquista” por su clara defensa de los inmigrantes indocumentados y le reprochan el incumplimiento de su promesa de concluir el periodo de concejal para el que fue electo, antes de postularse a la alcaldía. Más de una vez ha sido amenazado de muerte por agrupaciones conservadoras.

La andanada más reciente la recibió apenas en junio pasado: fue denunciado ante la Comisión de Ética del Estado de California porque no hizo público que recibió gratuitamente 85 pases para asistir a conciertos y encuentros deportivos, con valor de más de 5 mil dólares. La oficina de Villaraigosa asegura que no ocurrió ninguna violación a las leyes, en tanto que su presencia en los espectáculos obedecía la cumplimiento de su función de alcalde y no como un provecho personal. Se le ha ordenado que, a partir de ahora, pague por sus boletos o que, apenas concluyan los protocolos oficiales, abandone los teatros y estadios de inmediato. El alcalde reconoce que las críticas son intensas y persistentes: “basta con que suba a un avión, aunque vaya a Washington a conseguir fondos adicionales para ciudad, para que me cuestionen severamente una y otra vez”.

En el fondo, todos saben que las críticas no tienen que ver con los free tickets ni con las sweetie fiancées, sino con lo que Antonio Villaraigosa representa y los principios que postula enérgicamente. “Los inmigrantes no son delincuentes, sino personas buenas que vienen a los Estados Unidos para trabajar, para buscar una mejor calidad de vida”, afirma. La sala de espera de su despacho está precedida por una gran pintura al óleo, de factura reciente, en la que se reproduce como imagen impresionista una manifestación contra las aberrantes consecuencias de la xenófoba “Ley Arizona”, el cuadro destaca la figura de una joven que porta un explicativo cartel: “Who will care for your children? (¿quién cuidará a tus hijos?), Who will cut your grass? (¿quién cortará tu pasto?), Who will harvest the vegetables you eat? (¿quién cosechará los vegetales que comes?)”.

Villaraigosa es aún más explícito: “Yo les digo que si quieren acabar con la inmigración está bien, pero les pregunto si están preparados para pagar quince dólares en lugar de siete por lavar su auto, les pregunto si están preparados para pagar sesenta dólares por el bistec que se comen, en lugar de los treinta que hoy les cuesta. La vida de todos costará el doble, es así de simple.” También acusa de ingenuos a quienes suponen que es posible sellar una frontera como la de México y EUA... y no le falta razón.

La Botica.- Esta vez la tragedia en Veracruz es real, alcanza dimensiones muy difíciles de superar y costos inimaginables para reponer lo perdido (aunque nunca las vidas que los meteoros -el huracán y las inundaciones- cegaron de tajo). Parece que llegó el momento de replantearnos nuestra actitud ante el cambio climático, la despolitización en el manejo de las emergencias, la transparencia en la aplicación de los recursos, la realización oportuna de infraestructuras de calidad, preparadas para soportar la hostilidad con que la naturaleza se cobra nuestros agravios.

antonionemi@gmail.com